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A la vez que se consume en el fuego, Rocío Álvarez Albizuri es capaz de analizar con distancia quirúrgica el color de las llamas”.

Con estas rotundas palabras sentencia Rodríguez Marcos el talento de esta joven poeta, que con sólo 26 años saca su segundo poemario, El Pájaro Diamante. Un libro de Ediciones Vitruvio que tras llegar ya a su segunda edición, promete no dejar a nadie indiferente.

El pájaro diamante, un libro para regalar

En palabras de Pablo Méndez, poeta y director de Ediciones Vitruvio, “El Pájaro Diamante es toda una revelación por su intensidad y la solidez imaginativa que desprende cada poema. Su frescura y su claridad lo convierten en una maravillosa forma de comenzar una obra poética. Rocío Álvarez Albizuri está llamada a construir un episodio brillante de nuestra poesía contemporánea”.

Como anuncia Rodríguez Marcos en el prólogo “El Pájaro Diamante evita la confortable –y mortal- tibieza de lo razonable para optar por una mezcla explosiva de hielo y agua hirviendo, de frialdad e incandescencia. Un surrealismo con los pies en el suelo”

El Pájaro Diamante de Rocío Álvarez Albizuri‏

Para Albizuri “la poesía es una forma de mirar el mundo, un molde, un tic tac que nunca frena pero que se hace lento. Es como ir subida a un dinosaurio gigante e invisible que vaga despacio por las calles. En la poesía no hay prisa, ni estrés, es un cobijo y por eso es inquietante. Hoy en día nada parece ser gratuito y ella está ahí, mirándote celosa, con ganas de darte de comer algo caliente.

Me gusta escribir, sencillamente es eso, no se me para el pulso ni me falta el aire sin la escritura, pero disfruto menos de las cosas. Es como cuando te pasa algo muy bueno y no puedes contárselo a nadie.”  “Sueño con una casa llena de libros y animales” “La gente está escribiendo, sin miedos, por todos lados y eso me gusta.

Es joven, despierta, y parece no tenerle miedo al, hoy más que nunca, complicado mercado editorial. Rocío Álvarez Albizuri nos regala un trozo de sí misma y lo hace de un modo valiente, sin tapujos ni medias tintas. Una poesía diferente a todo, lejos de los malditos y las banalidades. Una lectura dulce, de peso, que con elegantes toques surrealistas va trazando una senda tranquila, a veces oscura.

Como anuncia Rodríguez Marcos en el prólogo El Pájaro Diamante evita la confortable –y mortal- tibieza de lo razonable para optar por una mezcla explosiva de hielo y agua hirviendo, de frialdad e incandescencia. Un surrealismo con los pies en el suelo

Un libro que no es un libro, es una especie de lingote de oro que brilla lo mires por donde lo mires. Un poemario que plantea un coherente y delicado diálogo entre la mirada del lector y los poemas, entre texturas y espacios, entre brillos y densas oscuridades

No hay más que decir, ahora queda ir a cualquier librería y hacerse con una de estas joyas, sentarse tranquilo en el rincón más apacible de la casa o del jardín, y dejarse llevar allí donde nos lleve esta joven autora, que sin duda alguna tiene aún mucho que decir.

Os dejo una pequeña selección de poemas de esta gran escritora:

Amando a la bestia

Nosotros en el suelo del manzano.

Nuestros muertos y otros muertos bajaron, para vernos mirarnos.

Tu mente fosforescente se hace agua

yo la vierto con mi jarra azul cobalto

y nadamos juntos hasta la ribera.

(sín título)

Universo de piedras

es tu nombre

que flotan en el espacio

como piedras.

Montaña móvil

que pasa

transformando

el horizonte impermeable.

Al final me vas a estallar en las manos

Al final me vas a estallar en las manos,

y será asqueroso ver como te derramas entre mis dedos

Caída libre hacia el asfalto

Y todo por no saber encontrar el aroma de la felicidad en mis caderas

Desapareceré y te faltará mi tacto de aceituna

Vete pronto, no quiero tenerte clavado en la pared otra semana más

Vuelve a casa de tu madre, que te explique todo de nuevo,

después quedamos y empezamos de cero.

Eso sí, ahora las hojas del patio las recoges tú.

La caja de los muertos

Paralizada frente a la puerta de tu casa, con un conejo muerto en cada mano, esperé a que amaneciera.

Al final, cogiendo los dos conejos muertos con una de mis manos, pulsé el timbre.

Nadie contestó.

No estabas.

Todo esto para nada.

A veces levantábamos ciudades

Pero piernas y brazos

labios y vientres juntos confundidos

tuvieron el amor, lo descubrieron

desterrado en las sábanas un día

más viejo cada vez y preguntando

por qué la edad del mar

se parece a los pechos que respiran.

–Luís García Montero–

A veces levantábamos ciudades

El rostro latía

bajo el cristal

en los hombros

olvidado.

Exploración juvenil

de las ciudades

en la cama.

Ombligo.

Mano.

Boca.

De repente

se deshace

todo.

Casas sin calle

pasillos sin paredes.

Cae el mundo sobre la nada y retumba.

Todo se deshace, se esparce por el bosque.

Yo trópico de invierno, tierra para un nuevo ganado.

Tu pecho

estalla

en rojos.

Y bañistas

han encontrado su hogar entre nosotros.

Se sube la persiana

hecha ya horas.

Y el hombre.

Sale del río.

Sale del agua.

Mojado

 El hombre barco

Ha llegado una plaga de serpientes a mi cuerpo.

Me registran,

buscan al hombre barco.

Hiedra amarilla sigue naciendo de los restos

y las rocas vuelven a temblar.

Rumores de la infancia se estancan y miran desafiantes,

así que hoy, la eternidad es mi única guarida.

Mañana una lluvia de humo hará crecer la llama cotidiana,

el río seco arderá,

los perros galoparán hasta romperse

y con las horas se irán deshaciendo las riberas, los montes y los cielos.

No llegarán,

no llegarán los vientos del norte, gritó el hombre barco.

Pero mis piernas esperan.

Todo está en calma.

Yo soy el Pájaro Diamante

Hoy volaré durmieno o dormiré volando.

Soy un pájaro diamante

Pájaro de agua y de colores,

de cristal y de madera.

Cielo emplumado.

Yo, brillo en el agua de los ríos y del mar.

Yo soy, el Pájaro Diamante.

Soy ese instante en que se desborda todo y la gota final que lo provoca.

Hay una luz en el fondo del océano,

que se refleja en mis ojos,

y de mis ojos, en la lluvia que os empapa.

Ave del sur

ave del tiempo.

Yo, soy el Pájaro Diamante.

Guardado por siglos en los desvanes.

Hoy despego

inundo de mis alas el mundo

siembro de mi piar el universo.

Yo soy, el Pájaro Diamante.

Se han abierto todas las ventanas y balcones

se han quebrado todas las ramas,

no podré descansar.

Sólo mi aullido de ave silenciosa alumbrará a los que aún están en tierra.

Hoy

despego,

y por fin,

escribiré

con mis alas

en el aire

tu nombre.

 Para que anides

Las casas son de cartón

y el mundo lo hicieron para nosotros sólo de sábados.

Tu pecho dorado sopla fuerte llamándome. Yo te estoy esperando con cuchillo y tenedor, paralizada en el centro del campo de batalla, rezándole a tu mirada que me haga eterna.

Eres el festín de mi carne, y entre los dos esta noche arbolada casi resulta mortal.

He encontrado maíz fresco en el asfalto y hay de sobra para dos.

Hoy, abrazo treinta y cuatro voces y dos descubrimientos, enrollo el camino y lo guardo en la maleta.

Ahora sólo ando entre aves y rocas, entre el rojo y el verde, entre el sueño y un temblor, entre el hambre y la silenciosa sed.

Andando dormida,

ola en llamas,

te hago un hueco en mi carne

para que anides.

Nuestros tres preciosos hijos

Así que, ¡buenos días mi amor!

¡Qué te vaya bien el trabajo!

Los niños irán vestido de oferta y cómo no, pasaremos todo el domingo en el centro comercial

Tienes mi amor certificado, no tienes de qué preocuparte

La moderación escalará nuestra fachada para estrangular nuestros deseos,

así todo quedará tranquilo.

Nada de pasión desbocada, ni de aliento, ni de suspiros.

Serenidad dijiste y quedó muy claro.

Nuestros tres preciosos hijos:

Terrorismo Familiar,

Masacre en la Mesa,

y Genocidio de Balcón;

crecerán fuertes y sanos al calor de nuestro hogar.

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