Desde las Ramblas de Barcelona nos llegan unas dulces ilusiones. De la misma manera que Antonio Escribà consiguió ser nombrado como le magicien du chocolat, su hijo, Christian, mezcla todo lo aprendido de su padre y lo transforma en arte y joyas.
Joyas de caramelo, de azúcar, de mil formas y colores, pero todas iguales. Dulces. Anillos de caramelo o Candy-Glam Rings, es indiferente como les llamemos, combinan la exclusividad de regalar una joya con el placer de comprar un dulce, o viceversa.
Un complemento de moda, un regalo innovador e inesperado, dulces joyas hechas arte, cualquier adjetivo es bueno para definir la creación de este artista, que se define como pastelero, que no es poco, pero pertenece a una familia que durante 4 generaciones ha endulzado la vida a su alrededor. La prensa internacional se ha hecho eco en multitud de ocasiones de este proyecto, pero el éxito comercial quizás no haya sido tan grande como podría parecer.
Según la página web se crean colecciones para cada momento, llegando a tener más de 300 diseños como los que os muestro en las fotos de más abajo, aunque hoy por hoy parece algo abandonada la idea, supongo que aún estarán a la venta en las pastelerías propias de la familia Escribà. El dilema que presentan estas creaciones es comer, guardar o llevar, ¿cuál es realmente su función? ¿En el caso de que nos regalen uno, debemos probar cómo sabe o cómo nos queda?
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@Luisa_Arencon Pero mira qué colores y qué formas... ¡¡el de la rosa del mismo color es precioso!! ¿no te daría pena comértelo?
¡Guau! Eso es genial. pero lo malo que con lo golosa que yo soy poco me iban a durar a mí estas joyas, jajaja.