La libertad que gozamos las mujeres en España en la actualidad nos parece algo normal, pero no debemos olvidar que hubo una época en que las mujeres vivían bajo unas estrictas normas de conducta en la que debían rendir cuentas de todo lo que hacían frente a su padre o a su marido. Las mujeres eran analizadas con lupa por una sociedad que solo se basaba en las apariencias. Pero gracias a la rebelión y a la lucha de algunas mujeres, que debieron sufrir la estigmatización y a veces la pérdida de la estabilidad familiar, se logró ir rompiendo esa coraza que las impedía destacar en cualquier campo. Una de esas mujeres es Rosa Regàs, que lo explica todo en su nuevo libro «Una larga adolescencia«.
El libro «Una larga adolescencia» de Rosa Regàs nos muestra la transformación de una mujer de los años 50 con inquietudes intelectuales que resultó ser contestataria e inconformista y que, en lugar de callarse como hicieron tantas otras, decidió romper con los convencionalismos y enfrentarse a las circunstancias con tal de conseguir sus objetivos; una de esas personas que sirven de ejemplo a las mujeres del siglo XXI.
Rosa Regàs rompió los esquemas de una época
Si sois seguidoras de la escritora Rosa Regàs, seguro que habéis leído el libro sobre su infancia «Entre el sentido común y el desvarío, pues bien, ahora, ella misma se centra en su adolescencia, y nos cuenta sus vivencias, desde que a sus diecisiete años abandonara el internado en el que estudiaba hasta su incorporación a la universidad, siendo ya madre de dos hijos.
Una adolescencia muy larga en la que Rosa Regàs muestra las convenciones sociales que se imponen en España después de la Guerra Civil, y el papel que la mujer jugaba.
Yo, por suerte, conté con las historias de mi abuela y con las vivencias de mi madre, ambas tuvieron que vivir en una época en la que el fervor religioso y el maniqueísmo moral marcaban unas pautas de conductas que las mujeres asumían entre confundidas y perplejas, exactamente lo mismo que Rosa Regàs cuenta en su nuevo libro «Una larga adolescencia».
“¿Este mundo al que he ido a parar, es aquel mundo lleno de atractivos que me moría por descubrir? ¿El que me llevaría a conocer otras realidades, el mismo que me abriría las puertas a otros conocimientos que me harían libre?” se ha preguntado Rosa en algunos momentos de lucidez que tenía en aquella época.
El abuelo de Rosa Regàs la obligaba a vivir bajo unas estrictas normas y cansada de ello contrae matrimonio con tan solo 18 años, soñando con vivir un mundo en el que pudiera desarrollar su talento.
Cuenta sus aventuras y desventuras maternales, es obligada a aprender a coser y a planchar, se tiene que adaptar a una sociedad en la que la feminidad sólo se entiende como sumisión, entrega, espíritu de sacrificio y fragilidad frente al hombre.
Ella, como tantas y tantas mujeres, lo asume en un principio pero sus ansias por aprender y unas amistades muy especiales, la empujan a cuestionarse su vida y comienza a buscar su propio camino.
“Las mujeres, a pocas luces que tuviéramos, vivíamos siempre con esa sensación de no pasar de ser un ciudadano de segunda, cuyo derecho más visible y cuyo honor era ser merecedoras de protección por parte de quienes decidían sobre nuestro presente y nuestro futuro, a los que debíamos agradecimiento, obediencia y sumisión.
Yo, con mi adolescencia apenas desvanecida, con el alma bullendo de mil proyectos que me inquietaban y dolían porque ahora los veía irrealizables, acumulando frustración ante la visión que poco a poco me iba mostrando el devenir en esta sociedad cerrada y sometida a verdades incontrovertibles”, cuenta Rosa Regàs.
«Una larga adolescencia» es un libro muy especial para mí, porque aunque como os he dicho, he contado con la experiencia tanto de mi abuela como mi madre, la primera que nació en 1908, quedándose huérfana de madre de un año y medio y de padre a los tres, y la segunda naciendo a pocos meses del comienzo de la Guerra Civil, lo cierto es que estoy deseando comprobar qué aspectos se aúnan en estas tres mujeres unidas por una época pero muy separadas culturalmente las unas de las otras…
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